Bullying es una palabra de origen inglés que denota un comportamiento agresivo e intimidatorio repetitivo hacia una persona que afecta su salud.
Es la práctica de conductas violentas, deliberadas y repetitivas contra personas desarmadas, que pueden causar daños físicos y psicológicos a la víctima.
El bullying consiste en una serie de actos violentos repetidos durante un período de tiempo. Muchas veces son agresiones verbales, físicas y psicológicas que insultan, intimidan y traumatizan a la víctima.
El daño causado por la intimidación puede ser de gran alcance, y puede llevar la víctima a tener depresión, trastornos del comportamiento e incluso ser una de las causas del suicidio.
En muchos lugares, actos como burlarse, golpear, dar puñetazos, ridiculizar y poner apodos humillantes son las más comunes manifestaciones de ese tipo de violencia.
Indicativos de que un niño/a puede estar siendo víctima de bullying
Aunque no sea algo que le pase solamente a los niños y adolescentes, es ese el grupo más involucrado en los casos de bullying.
Por eso, vamos a presentar algunos indicativos que pueden ayudar a los papás y educadores a identificar si un niño o una niña está siendo víctima de ese tipo de violencia.
En primer lugar, tenga en cuenta que los tipos de agresiones involucrados en los casos de Bullying no siempre son físicos.
Las secuelas y traumas que el bullying pueden dejar en alguien son serios. En algunos casos más graves, puede incluso llevar a la persona a intentar quitarse la vida.
Por lo tanto, es necesaria perspicacia para identificar si alguien está siendo víctima, especialmente porque esa persona puede tender a ocultar lo que le está pasando por miedo o vergüenza.
A continuación, entonces, presentamos algunos de los síntomas para ayudarte a identificar:
- Dificultades de aprendizaje actuales;
- el niño/a o adolescente comienza a demostrar signos de tristeza, apatía y depresión;
- episodios que demuestran ansiedad o pánico;
- la posible víctima evita ir a la escuela, fiestas y reuniones;
- la persona se vuelve más cerrada, no comparte problemas ni habla de la vida cotidiana;
- cambios en el apetito, comer demasiado o muy poco;
- no estar interesado/a en las actividades escolares;
- tiene trastornos del sueño;
- la persona se volvió más agresiva.
Estas son algunas señales que pueden indicar que un niño/a o adolescente está sufriendo bullying, pero, además, hay formas de identificar si alguien está en el otro lado del problema.
Es decir, con atención es posible percibir algunos indicios de que una persona está cometiendo bullying contra alguien o contra algún determinado grupo.
Aprende a identificar el bullying y actúa para cesarlo
La familia y los educadores suelen ser las personas más próximas a los niños/a y adolescentes. Por eso, son ellos quienes pueden actuar para reconocer los casos de bullying e intervenir para cesarlos.
Para ello, es importante atentarse a algunos indicativos de comportamiento que ayudan en la identificación de una persona que puede estar actuando de modo violento hacia los demás.
- Presentarse en casa con artículos nuevos después de la clase;
- exhibir ansiedad y comportamiento manipulador;
- traspasar los límites sin preocuparse por las consecuencias;
- desafía a los padres y hermanos;
- pelear con frecuencia y sin motivos graves;
- quita a amigos de su círculo de amistad;
- en los grupos de amigos trata de imponer su voluntad sobre los demás;
- se manifiesta a menudo de manera grosera en las redes sociales;
- incapacidad para lidiar con la ira;
- no sabe resolver problemas a través del diálogo, y con frecuencia en una conversación sube el tono de voz;
- falta de autoestima y positiva de sí mismo; y
- necesidad de sentirse superior y más fuerte que los demás.
¿Qué puede estar en el origen del bullying?
Una razón común relacionada con el bullying en la escuela es la falta de atención de los padres. Cuando se sienten abandonados, los niños/as o adolescentes pueden tener la percepción de que nadie se preocupa por ellos y que pueden hacer lo que quieran. Y así comienzan con la provocación y chistes maldosos.
Asimismo, los niños/a tampoco entienden bien la empatía porque no se les enseña a tener en cuenta los sentimientos de los demás a la hora de actuar o tomar decisiones.
Debido a que no entienden el nivel de tristeza o ira del otro, continúan acosando aunque la víctima demuestre estar sufriendo con eso. En realidad, la educación socioemocional es algo que debería ser más incentivado.
Por otro lado, algunos eventos que conducen a cambios importantes en la vida de un niño también pueden contribuir a comportamientos agresivos, como el divorcio de los padres, las peleas domésticas, la muerte de un ser querido, problemas entre hermanos, abuso familiar e incluso la muerte de una mascota.
¿Cómo luchar contra el bullying?
El bullying es un problema que precisa ser abordado desde diferentes perspectivas, a saber: psicológica, social y psicopedagógica.
En ese sentido, el tema precisa ser trabajado en ámbitos como la familia, la escuela y en espacios donde se pueda debatir la realidad social y sus problemas.
Hay, asimismo, algunas cosas que pueden ayudar en la lucha contra el bullying.
En la familia, escuche a tus hijos
Escuche lo que tus hijos tienen a decir acerca del bullying y de las experiencias en las que quizás se sintieron intimidados.
Dedique tiempo a escuchar y no interrumpa, enseñe o haga preguntas innecesarias. Tampoco dudes de sus historias. Si crees que algo no tiene sentido, trata de investigar con la escuela y sus amigos antes de tomar una decisión.
Si te relatan episodios de bullying, pídeles que hablen sobre lo ocurrido, quién participó y cómo se sintieron acerca de las burlas.
Es importante comprender cómo afecta el acoso a los niños/a o adolescentes para saber cómo ayudarlos a protegerse y qué correcciones emocionales hacer.
Por otro lado, aproveche las conversaciones familiares también para «psicoeducar» sobre la importancia de respetar a los demás.
Es fundamental que desde temprano sepamos que el color de piel, el cuerpo, la orientación sexual, religión o condición económica de los demás no debe ser causa de chistes.
En algunos casos es necesario recurrir a la escuela
Interferir en peleas entre niños y adolescentes no siempre es bueno. La intervención directa de los padres los priva de su autonomía y obstaculiza su oportunidad de aprender del conflicto.
Por ello, las familias deben guiar a sus hijos para que aprendan a protegerse y resolver conflictos por sí mismos.
Sin embargo, hay situaciones en que los padres deben intervenir, especialmente cuando la situación es tan estresante que el niño o adolescente no puede manejarla solo. En esos casos, es fundamental procurar la escuela y hablar con profesores y orientadores sobre lo ocurrido.