Una pregunta que quizá alguna vez ha estado en nuestra cabeza es: ¿cuál es la esencia de la vida?
Ciertamente al preguntarnos sobre qué es lo que la vida tiene de más propio – eso significa esencia – nos encontraremos con más preguntas en lugar de respuestas. De hecho, ese tema ha sido, de cierta forma, el objeto de estudio de varios pensadores a lo largo de la vida.
Si regresamos más de dos mil años en la historia, al período clásico de la Grecia, nos encontraríamos con el filósofo Platón. Para ese importante pensador, que vivió en Atenas siglos antes de Cristo, los humanos somos una síntesis de cuerpo y alma, pero es el alma lo que más constituye nuestra esencia. Como podrás percatarte, el Cristianismo trae consigo algo del pensamiento platónico.
Para Platón, el alma es algo inmortal, mientras que el cuerpo es algo como “la cárcel del alma”.
Sea como fuere, esa visión dualista de Platón ha influenciado durante siglos el pensamiento occidental sobre la esencia de la vida humana.
Por otro lado, podríamos también estar de acuerdo con el francés Antoine de Saint-Exupéry quien escribió la famosa frase: “Lo esencial es invisible a los ojos”. Como quizás sepas, esa frase aparece en el tan conocido libro El principito que, en resumen, nos habla del amor y de la amistad.
En el fondo, el sentido central de la frase es que lo más esencial de la vida, el verdadero valor de las cosas, no siempre son visibles con los ojos. Los ojos pueden engañarnos, pero el corazón no.
Vivimos en tiempos en que la ciencia ha, felizmente, alcanzado ya grandes hazañas; hoy sabemos mucho sobre la naturaleza, sobre los animales y aun sobre los humanos. Sin embargo, siempre nos queda la sensación de que hay algo más. Ese algo más, que a lo que parece es invisible a los ojos, puede apuntar en dirección a la esencia de la vida.
Luiz Gonzaga do Nascimento Júnior fue un cantautor brasileño. Fallecido en 1991, Gonzaguinha, como era llamado, es conocido por las sambas que escribió y cantó de modo único.
Una de las músicas conocidas en su voz se llama O Que É, o Que É?, algo así como ¿qué es, qué es? La pregunta que configura el nombre de la música es lo que se intenta responder a lo largo de las estrofas.
La canción reflexiona sobre cómo cada uno puede afrontar su día a día, sobre los placeres y dolores de estar y sentirse vivo, además de la esperanza de días mejores.
Me quedo con la pureza
De la respuesta de los niños
Es la vida, es hermosa
Y es hermosa
Vivir
Y no tener vergüenza de ser feliz
cantar y cantar y cantar
la belleza de ser
un eterno aprendiz
¡Ay Dios mío!
Yo sé, yo sé
que la vida debe ser
mucho mejor y será
Pero eso no me impide de repetir:
es bella, es bella
Y es bella
…
Como podemos notar, esas primeras estrofas sirven como invitación a la vida, al cantar y al contemplar la belleza de vivir y descubrir algo nuevo a cada día.
En tiempos sombríos como los que vivimos, en esos momentos en que el futuro parece todavía más incierto a causa de la pandemia, de las crisis económicas en muchos países y de los graves problemas políticos en el que varios países se hunden, es un llamado a la esperanza interiorizar que la vida es bella, a pesar de los pesares.
Es la vida
¿Es maravilla o es sufrimiento?
¿Es alegría o arrepentimiento?
¿Qué es? ¿Qué es?
Mi hermano
Hay quienes hablan
que nuestra vida no es nada en el mundo
Es una gota, es un rato
Que ni siquiera alcanza un segundo
Hay quienes hablan
que es un divino
misterio profundo
Es el aliento del creador
En una actitud llena de amor
Cuál es la esencia de la vida, nos pregunta, ¿Es maravilla o es sufrimiento? Ante tal pregunta, a veces nos toca reconocer cuán paradójica es nuestra existencia. Efectivamente, la vida no es ni maravilla ni sufrimiento apenas, es un poco de los dos.
Es una mezcla de momentos que quisiéramos que se eternizaran por lo bueno, lo maravilloso; pero también es presencia de experiencias que nos hubiera gustado jamás vivir, es sufrir.
Por ello, estamos llamados al reconocimiento de la vida como don, como oportunidad, como apertura a las posibilidades, es lo que también dirá esa canción de samba brasileña. No siempre será posible vivir como deseamos, a veces toca vivir del modo como sea posible.
Somos nosotros que hacemos la vida
Como sea posible, o como deseamos
Saliendo de Brasil, pero siguiendo en Latinoamérica, pasamos a Colombia, donde Jorge Celedón ha dejado plasmada en su voz otra canción que nos toca el alma cuando nos preguntamos por nuestra esencia.
En realidad, esa música ha sido escrita por tres mexicanos, Jaime Flores, Luis Monroy y Raúl Ornelas, pero ha sido en Colombia, y en la voz de Celedón y en el género vallenato, que ha hecho más suceso.
Estamos refiriéndonos a la canción Esta vida, que inicia con la siguiente estrofa:
Me gusta el olor que tiene la mañana
Me gusta el primer traguito de café
Sentir como el sol se asoma en mi ventana
Y me llena la mirada de un hermoso amanecer
Fijémonos que los autores parten del reconocimiento del valor de reconocerse vivo, en cada mañana. Quizá, la esencia de la vida pase por ahí, por reconocer el valor de vivir y por valorar las pequeñas cosas, como el primer café tomado por la mañana o el sol que día tras día nos alumbra y calienta.
Ay, qué bonita es esta vida
Aunque a veces duela tanto y a pesar de los pesares
Siempre hay alguien que nos quiere
Qué bonita es esta vida, dice la canción que luego nos invita a reconocer que a pesar de los pesares siempre hay alguien que nos quiere.
Terminamos este breve artículo – que ha tenido filosofía, ha pasado por la samba brasileña y llegado al vallenato colombiano – con la invitación a reconocer que la esencia de la vida – y aquí volvemos a la filosofía, pero ahora contemporánea y existencialista – es construida a lo largo de la vida misma.