La emoción es una sensación física y/o anímica causada por un estímulo que puede ser un sentimiento o un evento; es decir, algo interno o externo. ¿Pero podemos tener algún control sobre nuestras emociones? Y si es posible, ¿cómo gestionar las emociones?
Bien, en primer lugar vamos a tratar de aclarar de la manera más sencilla posible qué son las emociones.
Las emociones son respuestas del cuerpo a estímulos externos que involucran experiencias personales, conductuales y fisiológicas, o a estímulos internos, como los pensamientos.
Suelen ser espontáneas y se manifiestan a través de respuestas físicas, como llorar, sonreír, temblar o incluso sonrojarse.
La etimología de la palabra emoción indica que proviene de la palabra latina ex movere, que significa «salir» o «alejarse». Este significado demuestra la reacción natural a las emociones.
Cabe todavía diferenciar las emociones de los sentimientos. Las primeras son reflejos naturales ante los acontecimientos, una respuesta física o química comandada por el cerebro humano.
Los sentimientos, por su vez, son consecuencia de las emociones y son sentidos por cada persona de acuerdo a su experiencia, personalidad, cultura y crianza.
Existen diferentes tipos de emociones, y cada persona las expresa de manera diferente, según su temperamento, personalidad y motivación, además, factores culturales también influencia en la manera como son manifestadas.
Las emociones más comunes
Algunos autores de la Psicología y de otras ciencias humanas y sociales han definido algunas emociones más comunes, como alegría, tristeza y miedo.
Alegría
La alegría es una emoción caracterizada por sentimientos de bienestar, satisfacción, realización, bienestar y gratitud.
Una persona feliz puede ser el resultado de ciertas situaciones, como recibir un regalo, comprar una casa, reunirse con amigos, obtener un ascenso en el trabajo o pasar tiempo con la familia.
Se puede identificar a través de expresiones faciales, como una sonrisa, o expresiones corporales, como una postura más relajada o una forma más agradable de hablar.
Tristeza
La tristeza es una emoción caracterizada por la decepción, la falta de esperanza o interés, se produce principalmente por circunstancias como la pérdida de un familiar, del trabajo o en situaciones en que la persona experimenta algún tipo de frustración.
Aunque sea una emoción normal, cuando la tristeza es profunda, no tiene razón de existir y es continua, es necesario consultar a un profesional de salud, ya que puede convertirse en depresión y esto requiere el uso de medicamentos específicos, como los antidepresivos y terapia psicológica.
Se puede identificar a través de signos como el llanto, las ganas excesivas de dormir o la pérdida de ganas de trabajar y salir de casa, por ejemplo.
Miedo
El miedo es una respuesta natural del cuerpo a una situación amenazante o peligrosa que desencadena una respuesta de supervivencia para luchar o escapar de la situación. Por lo tanto, se caracteriza físicamente por un aumento del ritmo cardíaco, respiración acelerada o contracciones musculares.
Se puede percibir a través de signos como asombro, ojos muy abiertos, temblores, sudoración excesiva, intento de correr o esconderse de una amenaza.
Asco
Se puede comparar con el rechazo o la aversión, que a menudo ocurre con ciertos alimentos y olores. Las personas pueden tener asco a diferentes objetos dependiendo de su cultura y sus propias experiencias.
Se suele percibir a través de signos como arrugar la nariz, curvar los labios, alejarse del objeto o de las personas, náuseas o vómitos.
Rabia
La ira o rabia es una emoción fuerte caracterizada por agitación, hostilidad, frustración, molestia o resentimiento.
Así como el miedo, puede desempeñar un papel importante en la supervivencia al preparar el cuerpo para la lucha o la huida, provocada por desacuerdos o malentendidos.
Aunque sea una respuesta que podamos considerar como natural, cuando es excesiva, es necesario descubrir la causa, ya que esta puede dañar la relación entre las personas y provocar situaciones conflictivas.
Puedes observarla a través de algunos signos como fruncir la frente, tendencia a hablar más fuerte, mirar fijamente a la otra persona, tener un comportamiento agresivo.
Sorpresa
Es una emoción que surge en respuesta a situaciones inesperadas, que pueden ser negativas o positivas, como recibir buenas o malas noticias. También puede estar relacionada con el miedo.
Generalmente, es identificada por medio de indicios como agrandar los ojos, levantar las cejas, abrir la boca o gritar.
¿Cómo gestionar las emociones?
Todas esas emociones, y tantas otras, hacen parte de nuestra vida. Las emociones a menudo se clasifican en dos categorías: buenas o malas, útiles o inútiles, deseables o indeseables. Sin embargo, este es un gran y lamentable lío. Todas las emociones son útiles y tienen algo a decirnos.
Al hablar de gestionar las emociones estamos en el ámbito de la autorregulación; es decir, la toma de una actitud por una persona para regularse por sí misma. Incorporar ciertos hábitos a tu rutina puede ayudar en este proceso de aprendizaje.
La autorregulación es la capacidad de actuar en tu mejor interés a largo plazo, alineado con tus valores y objetivos más profundos.
En ese sentido, existen algunos tips que puede ayudarte a saber cómo gestionar las emociones.
Identifica tus emociones
Siempre que hablamos de cambios comportamentales, precisamos recurrir, antes de todo, al autoconocimiento. Eso porque no podemos pensar en cambiar algo que no conocemos bien.
Por eso, para pensar en vías de gestión de emociones, comienza por nombrar las emociones que experimentas, eso te ayudará a comprenderlas mejor y luego saber expresarlas.
Un ejercicio sencillo para conocer mejor tus emociones es intentar plasmarlas en el lenguaje. Pregúntate cada vez que te enfrentes a un sentimiento desconocido: ¿es ansiedad, remordimiento, miedo, euforia, ira, envidia, alivio, decepción, arrepentimiento?
Acoge tus emociones
Cuando surja una emoción desagradable, sé consciente de la actitud que crea en ti para evitarlo y/o controlarlo.
Así que deténgate y observe, busque conocer y permítate sentir. En resumen, enfoca tu atención en tu experiencia interior y observa lo que sucede en el plano sensorial de tu cuerpo.
Observe las emociones de los demás
Saber gestionar las emociones no se limita a estar pendiente de tu mundo interior: también depende de tu conexión con los demás. Ejercita tu sensibilidad hacia las emociones de otras personas, incluso cuando traten de ocultarlas.