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Tomar decisiones ¿Cuál es la importancia de esto en nuestras vidas?

¿Alguna vez has tenido la sensación de estar ante una encrucijada, sin saber hacia dónde ir? Bueno, te advierto que eso es más común de lo que piensas; por eso, en este artículo hablaremos sobre la importancia de tomar de decisiones.

 

Vivir es tomar posiciones ante la propia existencia. Y, aunque suene contradictorio, no decidir es una decisión. A todo momento nos vemos ante opciones y tenemos que elegir cuál camino tomar.

 

Ese tema ha sido tratado a lo largo de la historia de la filosofía occidental, y uno de los autores que sobre eso ha reflexionado ha sido el francés Jean-Paul Sartre, convirtiéndose en uno de los principales exponentes de la corriente conocida como existencialismo.

 

Para Sartre: “Somos individuos libres, y nuestra libertad nos condena a tomar decisiones durante toda nuestra vida”. Como vemos, el escritor considera que la libertad, más que permitirnos todo, exige de nosotros algo: tomar decisiones.

 

En ese sentido, la vida es caracterizada por la toma de decisiones. Quizá no lleguemos a estar totalmente de acuerdo con Sartre; pero, ciertamente hay algo interesante en su pensamiento y lo podemos tomar para nuestra vida.

 

En primer lugar, somos personas abiertas a la libertad, sin embargo, no podemos hacerlo todo. Por eso, a pesar de las cosas que nos pueden coaccionar, tenemos a la mano, por lo menos, la decisión de cómo reaccionar – a menos que seamos portadores de algún impedimento a nivel psíquico.

 

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Por otro lado, la fuerte expresión de Jean-Paul Sartre conlleva a una conclusión que el mismo filósofo expresa en los siguientes términos: La existencia precede a la esencia.

 

Ya sé, en ese momento podrás estar pensando: “¿Pero por qué nos enredamos en la jerga filosófica?”.

 

Bueno, sí. Tienes razón. Por eso, te voy a demostrar que lo que expresa Sartre no es algo así tan complejo. Pero antes, tendré que mostrarte algunos conceptos importantes.

 

Para comenzar, ¿Qué es la existencia y qué es la esencia? Comencemos por la esencia, que es un concepto muy común en la filosofía. En la filosofía antigua, la esencia era aquello que definía una cosa. Algo inmutable, diría el conocido Aristóteles. Por su parte, la existencia es la que expresa que efectivamente algo es.

 

Probablemente te dejé más confundido, ¿verdad? Vamos a aclarar. La esencia es lo que hace algo ser lo que es. Por ejemplo, la esencia de un determinado libro es lo que hace que el libro sea efectivamente un libro y no otra cosa, como un cuaderno. ¿Y la existencia? La existencia expresa que algo de hecho existe. En pocas palabras, la existencia implica decir que algo está presente, y la esencia nos dice qué es eso ahí presente. 

 

Listo. Creo que ya nos hemos dedicado lo suficiente a los conceptos. Pero, percibe ahora lo fuerte de la expresión de Sartre. Cuando el filósofo expresa que “la existencia precede a la esencia”, lo que él está diciendo es que primero existimos, es decir, primero llegamos a la vida y después de eso pasamos a construir nuestra esencia.

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Con ello, Sartre quiere decir que no somos predeterminados por algo o por alguien. En una fábrica, ¿todos los helados hechos con esencia de vainilla tendrán qué sabor? Obviamente que vainilla. Pero, para Sartre, no existe una esencia que determine quién tú serás.

 

Hemos nacido libres para elegir, no hay un destino dibujado anticipadamente. Pero ¿y entonces qué? Entonces nuestra esencia es resultado de nuestras decisiones. Somos los artífices de nuestra propia vida.

 

La vida, se podría decir, es determinada por decisiones, no por factores externos al ser humano. Tales factores podrían ser la sociedad, la economía, la historia y la religión. Si bien es cierto que todo esto impacta en nuestra vida, Sartre nos recordaría que nada de eso determina quienes somos.

 

Por ello, tomar decisiones es tan importante. Porque es a través de nuestras decisiones que vamos construyendo nuestra esencia. Pero, ¿con base en qué nos vamos construyendo?

 

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Nos vamos edificando a partir de lo que llevamos dentro. El psiquiatra suizo Carl Jung decía que llevamos dentro la sabiduría y el conocimiento que necesitamos. Eso implica decir que los criterios para tomar buenas decisiones están en nosotros mismos.

 

Estamos invitados, según eso, a confiar en el conocimiento y la sabiduría adquiridos a lo largo de nuestra vida. Eso, sin embargo, no significa que no podemos equivocarnos, sino más bien que los fracasos que resulten de nuestras decisiones equivocadas pueden – y deben – convertirse en parte de nuestro bagaje de sabiduría.

 

Ahora bien, cabe decir también algunas palabras sobre las consecuencias. Toda decisión conlleva consecuencias, y lo bello es cuando eso no nos bloquea, sino que nos hace más responsables por nuestra propia vida.

 

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Por otro lado, me gustaría indicar algo más, que me parece muy importante. Hay determinados estados de ánimo que pueden impedirnos tomar decisiones conscientes. Esos estados son:

 

1. Cuando estamos en un momento de gran alegría y/o euforia: cuando estamos en esas circunstancias, podríamos no considerar las posibles consecuencias de una decisión, y movernos únicamente por la euforia. Es mejor esperar.

 

2. Cuando sentimos tristeza y desánimo: en esos momentos, tampoco es conveniente tomar decisiones con grandes impactos en nuestra vida, ya que podríamos – así como cuando estamos alegres – desconsiderar lo máximo de criterios posibles.

 

Las grandes decisiones que tenemos ante nosotros deberíamos tomarlas después de un adecuado tiempo de discernimiento.

 

Piezas de ajedrez / tomar decisiones

Con todo lo dicho hasta aquí, podemos concluir algunas cosas. En primer lugar, somos el producto de las decisiones que tomamos a lo largo de nuestras vida. Lo que determina quienes somos son las elecciones que hacemos. No obstante, eso no significa que quien haya alguna vez tomado una mala decisión deba ser “esencialmente” determinado por eso, sino que, a través de las futuras decisiones puede posicionarse de otra forma ante la vida.

 

En segundo lugar, nuestra capacidad de tomar decisiones es una de nuestras capacidades más intrínsecas, pero tal capacidad – que inclusive es un deber – siempre estará limitada por las consecuencias. Se trata de una cuestión de responsabilidad y no de fatalismo.

 

Para terminar, me vienen a la mente algunas palabras del psiquiatra, psicoterapeuta y escritor brasileño Augusto Cury: “Somos seres humanos, vivimos en el teatro del tiempo; y el tiempo es el fenómeno más importante para nosotros los mortales. No tomar decisiones asfixia el tiempo, nos vuelve sus enemigos”. ¿Y qué hacemos con el tiempo? Dice también Cury que lo podemos usar para pedir perdón, decir te amo y recomenzar.

 

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Equipo Editorial

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