¿Sabes definir si en el cotidiano tus relaciones se construyen y sostienen en una comunicación asertiva, pasiva o agresiva?
En las situaciones de interacción social, ya sea en al ámbito familiar, amoroso, laboral, académico o de las amistades, la comunicación es algo fundamental.
Según la clásica explicación sobre los actos comunicativos, toda comunicación tiene, por lo menos, un emisor, un receptor y un mensaje.
Si te recuerdas de los tiempos de escuela, el emisor es la persona que transmite un mensaje para un receptor que la descodifica; es decir, interpreta.
En todo proceso de comunicación puede también ocurrir lo que se suele llamar ruido. Los ruidos son trastornos que dificultan la recepción y comprensión de la información.
Ahora bien, además de esos elementos, el modo como nos comunicamos también es importante. Y, por eso, vamos a abordar ese tema en este texto.
Podemos empezar exponiendo que puede haber comunicación asertiva, agresiva o pasiva. Cada uno de esos tipos tiene algunas características específicas.
¿Qué es una comunicación agresiva?
En primer lugar, vamos a hablar acerca de la comunicación agresiva. Cuando hablamos de ese tipo de comunicación, nos referimos a un modo de comunicar hostil, con tendencia a inhibir el interlocutor.
Una de las peculiaridades de la comunicación agresiva es que quien se comunica así no suele tener en cuenta la persona a quien se dirige. Solo su posicionamiento, sus ideas y sentimientos son considerados. No es un lenguaje empático.
Asimismo, la comunicación agresiva puede manifestarse en la oralidad, pero también en el lenguaje corporal y en los gestos usados.
No siempre quien se comunica de ese modo llega a realizar actos violentos en el sentido de agredir, pero es muy incómodo mantener una conversa con quien se comunica así.
Si nos comunicamos de ese modo, es preciso estar atentos y trabajar para modificar nuestras formar de comunicar.
Una pista para entenderse y mejorar es observar si en el fondo la propia violencia no es expresión de inseguridad. En efecto, quien sabe argumentar no precisa aumentar el tono de voz ni mucho menos intentar imponerse.
Quien se mantiene en una postura violenta casi siempre tiene como objetivo dominar y, a menudo, vencer a los demás a través de la humillación. Además, tiende a ser intolerante y autoritario.
Como podemos intuir, una relación amorosa o incluso profesional con personas que se comunican así tiene a ser muy desgastante.
Comunicación pasiva
En segunda lugar, presentamos la comunicación pasiva. Pasamos entonces al otro opuesto: son las personas que tienen dificultad de manifestar sus propios sentimientos y aquello que piensan.
Si nos comportamos de modo pasivo, puede pasar con frecuencia que ante un pedido digamos que sí, aunque nos gustase decir no.
Eso pasa porque al comunicarse de modo pasivo, la persona generalmente niega sus propios sentimientos y deseos; no logra expresarlos.
Uno de los problemas en esos casos es que quien actúa así puede experimentar con frecuencia la insatisfacción de no conseguir manifestarse y posicionarse de modo libre.
Por otra parte, puede ocurrir que alguien se comporte de ese modo por cautela a posicionarse y ser tachado de autoritario.
Sin embargo, hay una diferencia entre ser autoritario, querer imponerse y saber expresar las propias necesidades. Esa diferencia la veremos cuando explanemos el tema de la comunicación asertiva.
La comunicación asertiva para construir relaciones más saludables
Hasta aquí hemos visto que, por un lado, la comunicación violenta desconsidera la otra persona involucrada en la interacción.
Por otro lado, vimos que quien se comunica pasivamente vive bajo el riesgo de no lograr expresar sus anhelos, deseos, sentimientos e ideas.
Y entonces, ¿dónde se encaja la comunicación asertiva? Pues, en una posición en que se puede expresar con libertad y, al mismo tiempo, acoger con empatía. Es una posición que expresa habilidades emocionales, sociales y de comunicación.
Se trata de convertir la comunicación de sus características verticales y establecerla de modo horizontal.
En la comunicación violenta hay una persona que se coloca en situación de inferioridad y en la comunicación pasiva alguien asume un lugar de inferioridad. Al contrario, en la comunicación asertiva emisor y receptor se consideran en un mismo nivel.
En resumen, se trata de encontrar un justo medio. Ya el filósofo Aristóteles definía virtud como “una disposición voluntaria adquirida, que consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto”.
La comunicación asertiva es entonces expresarse con claridad, objetividad y tranquilidad. Presentando una posición y transmitiendo un mensaje sin imponerlo y sin dejar de manifestarse.
El amor es asertivo
Definir qué es amor no ha sido y sigue sin ser una tarea fácil. Sin embargo, hay algunas cosas que logramos concluir que son importantes para la calidad de una relación con alguien a quien amamos.
La comunicación o su ausencia, por ejemplo, es uno de los factores centrales en las relaciones entre parejas. En efecto, muchas veces los desgastes en los enamoramientos, noviazgos y matrimonios resultan de la falta de diálogo.
En ese sentido, la comunicación asertiva es una herramienta fundamental para la construcción de relaciones saludables.
Para eso, ambas partes precisarán expresarse con claridad, hablar de lo que sienten y manifestar sus necesidades. Y quien escucha precisará mantenerse en una actitud de escucha y acogida, para enseguida exteriorizar los ecos de aquello que le fue dirigido.
No necesariamente siempre habrá acuerdos, pero el acto mismo de acoger con escucha atenta y empática ya manifiesta la disposición a construir la relación entre los dos, sin imposiciones.
Comunicación asertiva en las relaciones profesionales
No es raro escuchar a personas que revelan gran incomodidad en las relaciones construidas en contextos profesionales.
En las relaciones entre pares o entre líderes y equipo es imprescindible utilizar una dosis de empatía. Para eso, las partes involucradas no solo deben hablar, sino cuidar para crear y respetar un canal de diálogo, en el que la escucha activa también muestra su importancia.
En el liderazgo, por ejemplo, suele ser difícil saber cobrar a los profesionales, ya sea en términos de entrega o en términos de calidad.
Al asumir una postura asertiva, ese líder explica la importancia de cumplir los plazos y seguir las pautas del proyecto para evitar problemas y la necesidad de realizar trabajos con más cobranzas y estrés.
Es decir, no expone las reglas y realiza las cobranzas como si fueran beneficiosas solo para él, sino que también expresa cómo el no cumplimiento de acuerdos puede resultar en problemas para el empleado mismo.
En resumen, adoptar la comunicación asertiva en las relaciones profesionales requiere aprender a manejar herramientas de negociación.