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¿Qué es la felicidad? Vamos a analizar este concepto

En medio a la cada vez más agitada rutina que llevamos, a veces surge espacio para que reflexionemos acerca de preguntas profundas, como ¿qué es la felicidad?, por ejemplo.

 

Para hablar de un tema como ese, nos resulta importante recurrir a algunos pensadores cuyas consideraciones han, de cierto modo, marcado nuestro “modo occidental” de pensar y de contemplar la realidad.

 

¿Qué es la felicidad para la Filosofía Antigua?

 

Si nos dedicamos a retomar algunos elementos de la Filosofía Occidental Antigua, marcadamente griega, veremos que el tema de la felicidad aparece en profunda relación con la vida ética del ser humano. El filósofo Aristóteles ha sido uno de los que así consideraba.

 

Para algunos filósofos, esa sería la finalidad última del hombre, el bien mayor al cual la humanidad aspira. Siendo así, las acciones tomadas por los humanos deben dirigirse a la consecución de ese bien. 

 

El propósito último es aquel que fundamenta todos los demás propósitos, generalmente más inmediatos. Se trata, pues, de algo así como la razón fundamental de una conducta, aunque inconsciente.

 

En ese sentido, haría todo sentido incluso las renuncias realizadas con la finalidad de alcanzar esa finalidad, la felicidad.

 

¿Qué nos hace feliz?

Luego de tomar como base lo que han pensado los antiguos, podríamos ahora preguntarnos: ¿Cuáles elementos o cosas precisamos para ser feliz? ¿Qué condiciones necesita una persona para alcanzar la felicidad?

 

Fijémonos en una lista de las cosas que, generalmente, han sido consideradas importantes para lograr ese fin:

 

  • Los bienes materiales y la riqueza.
  • El estatus social, poder y gloria.
  • Los placeres propiciados por el sexo o por los alimentos.
  • La salud; y, por último.
  • El amor y la amistad.

 

Para muchos quizá, la falta de uno de esos elementos sería la explicación de la infelicidad. Pero, por veces, también nos encontramos con gente que se siente infeliz al tenerlos en exceso o con personas que son felices sin tenerlos todos o teniendo solamente algunos. ¿Cómo entenderlo?

 

Tal vez, la cuestión fundamental esté fundada en que la felicidad sea un estado en el que, pese a nuestra condición de seres limitados, experimentemos la plenitud. Es por ello que, por lo general, la felicidad sea un estado de satisfacción que vivamos por ratos.

 

Hay sentido para ser feliz

El tema de la construcción de sentido surge, de cierto modo, en las llamadas filosofías existencialistas. 

 

Lo que pasa es que al afirmar que la vida no tiene un sentido en sí misma o que, aun más, vivir sea un absurdo, surge entonces una pregunta fundamental: ¿por qué vivir?

 

Ante tal pregunta, una persona con profundos sentimientos religiosos diría: porque así lo quiere Dios; porque fuimos por él creados y vivir es corresponder a ese amor creador.

 

Consideramos que efectivamente se trate de una respuesta válida; sin embargo, el problema con tales respuestas tiene que ver con el hecho de que no todos comprenden la vida del mismo modo, no todos tienen tal visión del mundo basada en la religión.

 

Por otro lado, es cierto que es profundamente asombrosa la concepción de una vida experimentada en el total nihilismo (que significa «nada», y se refiere a una corriente de pensamiento que niega la existencia predefinida de sentido o de sentidos).

 

Pero, entonces, si no buscamos en una dimensión superior el sentido de nuestras existencias ni el fundamento de nuestra felicidad y, al mismo tiempo, no nos parece buena idea la vida en una total ausencia de sentido, ¿qué alternativa nos queda?

 

Construyendo sentido

Efectivamente las preguntas acerca del sentido son extremadamente complejas; sin embargo, existen algunas propuestas para ello.

En este artículo de modo especial quisiéramos referirnos a una:  

Viktor Frankl y su propuesta de la construcción de sentidos.

 

En primer lugar, hablemos acerca de Viktor Frankl. Él ha sido un neuropsiquiatra austríaco, nacido en Viena. Es suya la propuesta de un abordaje psicoterapéutica conocida como Logoterapia.

 

Para esa línea psicológica, la necesidad más profunda del ser humano es tener sentido. A partir de ello, podemos vislumbrar que la felicidad está ligada a esa necesidad profunda: es feliz quien logra encontrar sentido para vivir. 

 

La búsqueda por un sentido entonces es el objetivo de la existencia, y en el sufrimiento, encontrar se convierte en una necesidad fundamental para la superación o, al menos, para sobrellevar tales circunstancias.

 

Lo que todavía no hemos hablado sobre Viktor Frankl es que ese médico y terapeuta ha sido deportado, en 1942, a un campo de concentración. El doctor, su esposa y familia han sido separados, y llevados a fuerza a esos terribles centros nazistas donde millones de judíos y otras personas han sido víctimas de una de las peores ideologías que la humanidad ha visto.

 

A partir de eso, podemos pensar entonces en qué sentido Frankl nos habla acerca de la importancia del sentido. En el tiempo en que pasó en varios campos de concentración, Viktor terminaría de escribir su libro más conocido: El hombre en busca de sentido.

 

Imagine lo difícil o lo imposible que sea hablar de felicidad en medio a tan terribles tormentos… La cuestión aquí, sin embargo, consiste en preguntarnos qué idea de felicidad tenemos, y cómo imagines que sea posible buscarla.

 

Quizá, la felicidad sea no la ausencia de dificultades, sino una capacidad de encontrar sentido a lo que vivimos, a pesar de esas dificultades.

 

Conclusión

Hablar de felicidad es, sin duda, una de las cosas más complejas. La dificultad consiste, en primer lugar, en el hecho de que no para todos ser feliz significa lo mismo.

 

Hemos visto cómo en la Filosofía Antigua, especialmente en Aristóteles, la felicidad es vista como bien último a ser buscado por el ser humano. Para ese autor, las acciones tomadas por los humanos deben dirigirse a la consecución de ese bien.

 

Por otro lado, nos hemos dejado sorprender por la historia del doctor Viktor Frankl quien en el campo de concentración desarrolló una teoría que ya antes había comenzado a trabajar: la importancia del sentido.

 

Por fin, quisiéramos mencionar un último aspecto: ese estado – o quizá estadio – de felicidad depende muchas veces de la satisfacción previa de necesidades básicas.

 

No podemos sustentar una visión romántica de construcción de sentido sin considerar los elementos socioeconómicos que condicionan la vida de millares de personas. 

 

En ese sentido, podríamos terminar diciendo que, aunque no sea responsabilidad total, la felicidad también depende de políticas públicas que aseguren la realización básica de las necesidades humanas.

Equipo Editorial

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