Pese a que tengamos algo en lo profundo de nuestro ser que nos caracteriza, a lo largo de la vida podemos experimentar episodios en que nos sentimos llamados a vivir una reinvención.
Es decir, aunque se pueda creer que tengamos algo como una esencia (lo que nos hace ser quienes somos), también es cierto que pasamos por significativos cambios a lo largo de la vida.
Experimentamos circunstancias que muchas veces nos implosionan o incluso exigen que tomemos un posicionamiento. Este, por su parte, a menudo es drástico y nos pone ante una ocasión de reinventarnos.
Desde luego, proponemos aquí una reflexión acerca de los cambios – no raras veces dolorosos – que nos sentimos llamados a vivenciar.
Mañana ya no seremos los mismos: la fuerza de la reinvención
El filósofo griego Heráclito de Éfeso, que vivió aproximadamente entre fines del siglo VI y comienzos del siglo V a.C., ha quedado conocido como un pensador cuyas ideas eran un tanto cuanto complejas.
No obstante, se le a Heráclito un pensamiento que a menudo solemos escuchar cuando el tema de la conversación tiene que ver con los cambios.
Una de las traducciones aproximadas de ese pensamiento atribuido al filósofo griego es la siguiente: «Nadie puede entrar dos veces al mismo río, porque cuando vuelvas a entrar en él, no encontrarás las mismas aguas, y el ser en sí ya ha cambiado«.
Heráclito defendía la idea de que nada en el mundo es estático. Por el contrario, todo cambia, a todo momento.
En ese sentido, podemos creer que también nosotros somos y estamos continuamente pasibles a cambiar.
Ahora bien, ¿a qué me refiero cuando hablo de una reinvención? ¿Cómo es eso de que a lo mejor mañana ya seré diferente?
¿Qué es reinvención?
Es cierto que al defender una noción de cambio tan radical como lo hizo Heráclito quizá nos suene un exagero. Sin embargo, llegar al opuesto y sustentar que nada cambia también lo es.
Es por eso que cuando hablo de reinvención no estoy a decir propiamente de que pasemos por cambios tan bruscos de la noche a la mañana.
Es realidad, cambios muy súbitos y que no tengan una causa aparente pueden incluso indicar que algo no anda mal a nivel psicológico.
Pero aquí mi propuesta de reflexión es otra. Miro más bien a la necesidad de reinvención con la que tú y yo podemos encontrar en determinados momentos de la vida.
Fíjate que no estoy hablando de los cambios a los que somos sometidos, sino de aquellos que nosotros nos proponemos.
El pensamiento existencialista nos presenta una visión del ser humano como un ser abierto a las posibilidades. Y, a partir de eso, un ser que precisa continuamente hacer una de las cosas más difíciles – y a veces dolidas. Estoy hablando de la toma de decisiones.
Ante las posibilidades que se nos presentan precisamos elegir, y optar por algo es siempre renunciar a otra cosa.
Eso nos es ningún problema grave si estamos hablando del menú de un restaurante, pero es extremadamente complejo si pensamos en circunstancias como la elección de una carrera, el cambio de país o la decisión de casarse.
Ante todas esas circunstancias, muchas veces es preciso reinventarse para tener las experiencias de una nueva forma de vivir la vida.
¿Cómo es posible reinventarse?
La reinvención siempre tiene que ver con nuestra capacidad creativa, porque pasa por una idealización de lo que queremos cambiar, se pone ante el duro ejercicio de planificar y llega, finalmente, a la realización.
Obviamente, en ese proceso muchas más cosas se dan, y, además, es común que a cada paso adelante sea preciso dar algunos hacia atrás.
Sin embargo, vivir una reinvención en cualquier ámbito de nuestras vidas es posible, especialmente porque somos seres en construcción, no determinados.
Es cierto que la genética, la cultura, la familia y la educación ejercen una fuerte influencia sobre todo lo que somos. Pero también es cierto que, mismo en medio de todos esos factores, todavía nos queda un espacio en el cual podemos movernos a partir de nuestras convicciones y valores.
Por otra parte, si bien es cierto que nos sentimos más empujados hacia la reinvención en momentos de crisis – personales, económicas o políticas – nada impide que incluso cuando las cosas van bien, optemos por cambiar.
Dejando ahora la teoría, apuntemos hacia la práctica, ¿cómo es posible reinventarse?
Para comenzar, ¡ojo! No todo depende de nosotros, hay cosas en nuestra vida que son repercusiones de trazos de la personalidad o de elementos sociales, por ejemplo.
Lo que aquí proponemos son modos de enfrentarse a lo que es pasible de cambio, y aprender a tener una mirada nueva para elegir una manera responsable de vivir la vida.
1. Pequeños cambios pueden traer resultados significativos
En primer lugar, ten en cuenta que los pequeños cambios pueden generar grandes beneficios cuando se realizan correctamente.
Lo que está en juego no es el tamaño del cambio, sino la disposición para realizarlo y el modo como se decida llevarlo a cabo.
2. Dedica tiempo para el autoconocimiento
Un elemento muy importante es trabajar el autoconocimiento. En efecto, si lo que deseas es cambiar, antes de eso precisas saber en qué situación realmente te encuentras.
Vale la pena invertir en autoconocimiento, y lo puedes hacer de diversos modos: leyendo, dedicándole tiempo para ti o haciendo terapia con un profesional. Todo eso se complementa.
3. Aprende una nueva habilidad
Solo no puede aprender algo nuevo quien ya murió. Felizmente, ¡este no es tu caso ni el mío!
Si te comprometes con aprender algo nuevo y quieres entrar plenamente en ello, asegúrate de que sea algo que disfrutes, al menos hasta cierto punto.
Puede ser una nueva habilidad que te sirva en el trabajo o quizá algún nuevo hobby con el que podrás disfrutar tu tiempo libre.
4. Trabaja tu autoconfianza para vivir una reinvención
Piense en la confianza en sí mismo como un músculo que debe ejercitarse constantemente para fortalecerse. ¡No tengas miedo de hacer este ejercicio!
Trabajar la autoconfianza, te ayudará a sentir más seguridad para realizar las cosas con más naturalidad.
5. Dedícate a un trabajo voluntario
Reinventarse no es solo sobre lo que puedes hacer para ti, sino también sobre posibles medios de ayudar a los demás.
Hacer algo por los demás, puede ayudarte a aumentar tu autoconfianza y a reducir los niveles de estrés. Además, darle la mano a alguien más es ofrecerle también una oportunidad de reinvención.